a mitad (...) de camino
desde el balcón
o el puente o la azotea
hasta el dulce crujir del cráneo contra el asfalto
se debe, sí o sí,
pasar por la mitad:
punto medio entre una difícil decisión
y un alivio infinito
se mira a ese punto medio
como un hito al que esperar con ansias,
expectante, el punto de no retorno:
un umbral crítico
pero para llegar a él
se debe primero, evidentemente,
pasar por la mitad:
punto medio entre una mala decisión
y un arrepentimiento eterno
y en aquel cuarto de camino
que aún estando más cerca del inicio
que del final
parece nunca llegar
se siente un alivio, efímero
que es transformado en una espera asfixiante
porque para llegar ahí
se debe, indudablemente,
pasar por la mitad:
punto medio entre preferir el viaje
y no soportar estar lejos del destino
y se está ahora,
para efectos prácticos,
volando
suspendido en el aire
suspendido en duda
superpuesto entre estar
y no estar;
entre querer volver
y querer llegar.
y con cada instante
el destino se aleja más
pero no más que el origen